Jaws (Tiburón)


Hubiéramos preferido titularla "Bocadillos de tiburón", pero las mofas de nuestros amigos no tendrían fin. Igualmente, optamos por seguir viviendo a 80 kilómetros del mar y -en caso de bañarnos en él- no pasar los 50 centímetros de profundidad: ríase la gente y esté uno a salvo de tres filas dobles de bisturíes.

Una explotación, a la manera de Hitchcock, de los miedos primordiales de la humanidad, con algunas reminiscencias de El diablo sobre ruedas (1971) -una película anterior del propio Spielberg- y ciertos ecos de la forma en que manejó Nixon el caso Watergate y del drama de Ibsen Un enemigo del pueblo, Tiburón fue el film que consagró a Spielberg como el hombre que transformaba en oro todo lo que tocaba, además de convertirse en el primer superéxito que generó toda una pequeña industria de subproductos y secuelas.



El proyecto, basado en una novela de éxito, se le ofreció a Spielberg al poco de haber estrenado Loca evasión (The Sugarland Express, 1974), su primer largometraje para la pantalla grande. Según su concepción, la película debía ser «un experimento sobre el terror» y «un grandioso episodio de caza marina, aderezado con unas gotas de Moby Dick» y, con estas ideas en mente, se puso a trabajar sobre diversos borradores del guión con el escritor Howard Sackler, el cineasta John Milius y el comediógrafo Cari Gottlieb, antes de ponerse a considerar las diferentes opciones para el reparto.

En relación con éste, sustituyó a Sterling Hayden por Robert Shaw para el papel de Quint, insistió en preferir a Roy Scheider frente a Charlton Heston, el candidato del estudio para el papel de Jefe de policía, y eligió a Richard Dreyfuss (que terminaría por convertirse en una especie de alter ego del director) para hacer el papel del ictiólogo, tras descartar la posibilidad de concedérselo a Timothy Bottoms o a Jeff Bridges.

Sin embargo, el verdadero problema fue conseguir que el tiburón mecánico -al que se conocía por el nombre de «Bruce» (realice el lector la analogía con Finding Nemo)- resultara creíble. Las dificultades en este terreno fueron las causantes de que los cincuenta y dos días previstos para el rodaje se convirtieran en ciento cincuenta y cinco y de que fuera necesario doblar el presupuesto asignado a la producción. Con todo, los resultados fueron extraordinarios, y el film no tardó en convertirse en la película más rentable de la historia, hacerse con sendos Oscar por su montaje, sonido y la machacona vibración de la banda sonora creada por John Williams, además de ser objeto de algunos elogios extravagantes, como aquel con el que le obsequió Pauline Kael, cuando señaló que «hay partes de Tiburón que nos permiten hacernos una idea de lo que podría haber llegado a hacer Eisenstein de no haberse dejado llevar por su intelectualismo». Spielberg, cuya obra sería pasada por alto por la Academia, no tuvo nada que ver con las secuelas que, con calidad siempre decreciente, se irían sucediendo a partir de entonces.

EEUU, 1975
DIRECTOR: Steven Spielberg; GUIÓN: Peter Benchley y Cari Gottlieb (basado en la novela de Peter Benchley, con colaboraciones, no recogidas en los títulos de crédito, de Howard Sackler y John Milius);
PRODUCCIÓN: Universal (Richard D. Zanucky David Brown); FOTOGRAFÍA: Bill Butler; MONTAJE: Verna Fields; DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Joseph Alves junior; MÚSICA: John Williams; INTÉRPRETES: Roy Scheider (Jefe Martin Brody); Robert Shaw (Capitán Quint); Richard Dreyfuss (Matt Hopper); Lorraine Gary (Ellen Brody); Murray Hamilton (Comandante Larry Vaughn); Cari Gottlieb (Meadows); DURACIÓN: 124 minutos.


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